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Fenomenologías del Presente


(Prólogo al libro de próxima aparición de Clara Ciuffoli y Guadalupe López Facebook es el mensaje. Oralidad, escritura y después. La Crujía, 2012)

Un arco que recorre 10.000 años de cultura

Además de las infinitas perdidas de vida inocentes que supuso la invasión de Iraq, la desidia de los invasores tuvo su correlato en la desprotección de la Biblioteca Nacional y de una enorme cantidad de museos y universidades entre ellas la de Al-Mosul, que fueron la cuna de la escritura y de la aritmética mundiales.

Registros que databan de 9.000 años terminaron destruidos, en museos norteamericanos o en el mercado negro, y pronto deleitarán otros ojos, seguramente occidentales. La tragedia se agiganta dado que las autoridades locales -en especial los curadores de esos espacios-, habían solicitado la colaboración del ejército invasor para proteger ese patrimonio histórico de la humanidad. A la pérdida de vidas inocentes hubo que sumarle la perdida de ese enjambre de símbolos no menos precarios y valiosos.

¿Qué tiene que ver un libro que se ocupa de las vicisitudes de uno de los medios sociales mas recientes como es Facebook, con este drama de destrucción cultural, sobretodo teniendo en cuenta que Facebook nació recién casi un año mas tarde después de esa malhadada invasión?

Volver a los orígenes de la presente obra nos puede dar una clave acerca de esta pauta que conecta los orígenes de nuestros sistemas de numeración y los primeros indicios de la escritura, con esta neolengua cibercultural y los polialfabetismos emergentes. Y que también nos dice mucho acerca de esta película efímera que es la cultura, que encarna a veces en tablillas o cuencos, y otras en códigos y bits.

Estábamos en enero del año 2009, un conjunto de docentes de la cátedra de Procesamiento de Datos de la Carrera de Comunicación de Ciencias Sociales comenzábamos a reunirnos semanalmente para embarcarnos en un proyecto casi delirante. Programar una cursada universitaria en Argentina (donde las universidades públicas no tienen WiFi) exclusivamente dentro de Facebook. En ese entonces la red cumplía 5 años y tenía apenas 40.000 seguidores en la Argentina.

Sin conectividad en la universidad, sin laptops, con un probable índice de un 50% de alumnos en Facebook (de los 80 cursantes, que no tenían cuentas, ni máquinas en sus casas ni menos una conexión a Internet en el hogar), la propuesta no parecía descabellada, lo era por entero.. Seguramente uno de esos coqueteos con la irreverencia propia de los locos de los weblogs como nos habían apodado años antes en alguna institución benemérita.

2009 es una fecha tan cercana a nosotros que parecería ser hoy mismo, y sin embargo, en términos de consumo de medios (e incidentalmente de reapropiación y producción de contenidos y narrativas) está infinitamente lejana en el tiempo. Como lo está el año 2001 cuando la banda ancha llegó a la Argentina, o el año 1998 cuando se fundó Google, o el año 1996 cuando el navegador Microsoft Explorer empezó a hundir el corto y espectacular reinado del Netscape Communicator.

Si hace un tiempo decíamos que en la red un año son 7 del mundo real, quizás ahora deberíamos hablar de 12 o 14 años. Lo cierto es que el presente de hoy difiere tanto del presente de 1 año o 2 atrás, para no decir de 10 años o 20 (cuando nació la web), que resulta casi imposible sacar fotos de este flujo incesante de experiencias, plataformas, realineamientos y en definitiva de diseño multivariado de experiencias.

La conversión en curso pone en cuestionamiento una tradición cultural de al menos 500 años, asociada a la imprenta y a la cultura letrada (denominada como el intervalo de El Paréntesis de Gutenberg), hoy en un estado de efervescencia y reinvención sorprendentes, pero al mismo tiempo donde todo lo que ocurre es difícilmente asible, evaluable, y donde pedimos desesperados que alguien o algo nos ayude a orientarnos en esta Babel de tecnoprácticas, incertidumbres y posibilidades (eventualmente paralizantes ) sin fin.

De El Proyecto Facebook a Facebook es el Mensaje

Las autoras del presente libro tuvieron la suerte de participar en forma intensiva en el diseño de El Proyecto Facebook bajo la orientación de Iván Adaime, docente de la cátedra de Datos. Aunque en ese momento no lo sabíamos nuestra inmersión en el corazón de la máquina Facebook (una plataforma en mediamorfosis permanente) nos convirtió en aliados y compañeros de ruta de investigadores de valía internacional.

Mientras ajustábamos tuercas y tornillos, cada vez que armábamos grupos en Facebook, mientras socializábamos (y nos autosociabilizábamos) en el manejo de las herramientas que forman su constelación, íbamos al mismo tiempo tomando partido por una fenomenología del presente siguiendo las huellas de grandes del metier como fueron Harold Innis y Marshall McLuhan, cofundadores de la escuela de Toronto, e inspiración señera de la cátedra a lo largo de estos 3 lustros.

Pero al mismo tiempo entablábamos conversaciones cada vez mas íntimas y profundas con analistas y amantes (y ocasionales detractores) del universo digital como son Alessandro Baricco y Clay Shirky, Steven Weinberger y Howard Rheingold, Sherry Turkle y Nicholas Carr, James Paul Gee y Manuel Castells, Henry Jenkins y Lawrence Lessig, Tim O’Reilly y Janet Murray, asi como con decenas de otros digerati que nos obligaron a definirnos, a rediseñarnos ontológicamente, a politizarnos a favor de un tipo de experiencia, a optar.

Porque debimos elegir entre seguir atados al paradigma del consumo cultural o tratar de reaprovechar las nuevas oportunidades ofrecidas por el paradigma hipertextual, las problemáticas abiertas por el Procomún, y la revaloración de la cultura de los fans y participantes, cuando de conceptualizar la revolución alfabetizadora en marcha se trataba.

Porque en estos menesteres (como en casi cualesquiera otros) las tomas de posición son obligadas. ¿O acaso algunos ayudantes senior de entonces no temían una revuelta de los alumnos de la carrera de Ciencias Sociales, que munidos de una ontología crítica permanente, rechazarían nuestra invitación a facebookizarse, so pena de pasarse con armas intelectuales y petates a campo del enemigo encarnado en las tecnología imperialistas hoy disfrazadas de redes sociales? Y otras preguntas por el estilo.

Formas de saber lo que estamos ganando

En su reciente obra Net Smart. How to Thrive on line (2012), Howard Rheingold -acusado muy ligeramente de tecno-optimista- se aleja decisivamente de quienes al momento de merodear, o de tener que lidiar de frente con el mundo online, (desde Paula Sibilia a Eugene Morozov, desde Nicholas Carr a la conversa Sherry Turkle de Alone Together) ponen el énfasis en lo que lo Tercera Fase (el mundo digital que viene después del de la oralidad y del de la imprenta) nos estaría haciendo perder: intimidad, privacidad, autonomía, subjetividad, concentración, profundidad, densidad: en definitiva humanidad lisa y llana.

Diciéndole no a estas posturas que entrelazan la nostalgia con las profecías de autorrealización, Rheingold y una panoplia de autores que sobrevolaron nuestras investigaciones (desde Clay Shirky a Danah Boyd, desde Carlos Scolari a Tim Berners-Lee, desde William Gibson a Seymour Papert) abrieron un surco que fue atravesado y reinventado por las autoras de este libro.

Porque lo que Rheingold propone en vez de enfatizar lo que estamos perdiendo, es saber y aprovechar lo que estamos ganando. Y quiénes mejor podemos saber qué está en juego aquí no son los quinceañeros que han naturalizado las prácticas facebookeanas (dándole la razón al sagaz Alan Kay para quien tecnología es lo que existía antes de hubiésemos nacido, lo que nació después de nosotros es tan solo una segunda (sino una primera) naturaleza).

Para quienes nacimos con el compás y la tintenkuli, con el sextante y los cuadernos Rivadavia, el mimeógrafo y las fotocopiadoras escolares de gelatina, pasando por todas las herramientas de comunicación analógicas imaginables (desde el telégrafo al celuloide), el mundo de la instantaneidad, la conectividad y la colaboración perpetuas que existen hoy es una América sin fin a la vista, como nuestro continente trémulo antes de los viajes de Colón.

Y si bien todas las limitaciones, peligros y asechanzas de la comunicación digital, tan reiteradas por los críticos son atendibles y deben ser desmontadas y deconstruídas, lo que mas nos interesa y nos llama la atención en este momento es reinventar las herramientas digitales, maximizar sus promesas y estímulos, y sobretodo torcerlas para que sirvan a los fines emancipatorios y críticos que presidieron la creación de todas las tecnoecrituras previamente. Antes de que el Gran Kapital y que una nueva la tragedia de los comunes las vuelvan nuevamente fuente de poder para pocos, capital simbólico para las minorías.

La emergencia del nuevo medium digital

Curiosa -y lamentablemente- Marshall McLuhan murió en 1980 y no pudo someter a escrutinio y ejercitar su enorme capacidad de explorador sobre las herramientas, programas, plataformas y aplicaciones que vimos emerger en los últimos 30 años, desde las computadoras personales a las redes sociales. Y si bien un discípulo suyo como fue Paul Levinson en Digital MacLuhan. A guide to the information millenium (2001) se aventuró en esa dirección, tendríamos que esperar una década hasta que centenares de millones de personas finalmente migraran al ciberespacio (para habitarlo en números abismales en mundos virtuales desde Twitter y Facebook hasta World of Warcraft, desde Wikipedia hasta Google, desde Amazon hasta la iCloud) para que muchas de las intuiciones mcluhanianas tuvieran entidad y masividad digital en donde encarnar.

El trabajo de Clara Ciuffoili y de Guadalupe López es uno de estos «probes» (máquinas de exploración) de los que el Gran Profeta habría estado mas que orgulloso. ¿Qué título mas mcluhaniano podemos encontrar entre los centenares o miles de volúmenes que se publican anualmente acerca del ciberespacio, tan apropiado como el que engalana esta obra?

La metáfora «Facebook es el mensaje» atraviesa todos los capítulos del libro, anclado como está en el análisis de la evolución de la plataforma, las metáforas que utiliza, y las formas de comunicación que este espacio promueve, y que claramente no son excluyentes entre si.

Habiendo vivido todos nosotros dentro de Facebook durante varios años, queda cada vez mas claro que las mutaciones de Facebook son nuestras mutaciones. Y que la naturalidad con que las nuevas generaciones se aprestan a vivir monádicamente tanto en el mundo físico como en este otro virtual, testimonia una evolución de la subjetividad y la emergencia de nuevas formas comunicacionales que son investigadas en sumo detalle por las autoras ya sea a través de su especificidad (Capítulo 3), como de interrogantes filosos amparados en una etnografía detallada y puntillosa (Capitulo 5).

Como bien dice Janet Murray en su reciente obra magna Inventing the Medium: Principles of Interaction Design as a Cultural Practice (2012) estamos viviendo la aparición de un nuevo medium (un organizador de nuestra capacidad representativa, expresiva y narrativa de un alcance igual o mayor a como lo fue la imprenta (con la invención de la novela) en el siglo XVIII, la fotografía en el siglo XIX y el cine en el siglo XX.

El nuevo medio digital recapitula las potencias expresivas anteriores, pero al mismo tiempo las expande en la carrera humana interminable por inventar sentido a través de un uso de nuevas affordances (la propiedad que se puede percibir de un objeto que nos “sugiere” qué es lo que se puede hacer con él (J.J. Gibson), como son el caso de lo procedural, lo participativo, lo espacial y lo enciclopédico.

Facebook es el mensaje. Escritura, oralidad, y después

El trabajo de Ciuffoli & López avanza en el uso y exámen del nuevo médium anclando su estudio en los usos y posibilidades expresivas de Facebook, una de las patas mas interesantes en la emergencia de esta nueva plataforma representacional que es el medium digital

Mientras que en el mundo clásico la publicidad de la experiencia estaba aherrojada por el costo de acceso a la plataformas de producción de artefactos (libros, obras de teatro, performances), en el mundo digital vemos florecer una cantidad de autores y creadores como nunca antes. La gran parte de su producción es trivial y nimia, pero aquí no se trata de calidad selectiva sino del burbujeo del ensayo y error masivo, conducente a la aparición de nuevas especies narrativas forjadoras de sentido.

Por ello nuestras investigadoras de la UBA pueden justamente hablar del pasaje del autor que comunica mayestáticamente, al yo que comunica multidireccionalmente. Con la aparición de plataformas como Facebook lo que debe ser transformado se transformará, mas allá de las amenzas a la privacidad y mas acá de la fascinación con la autoría individual y con el talento creativo de pocos. Algo que vemos a diario con una mezcla de alegría y resignación, de sorpresa y escándalo.

En capítulos cortos, densos, fundados en una experiencia de uso de miles de horas de estancia en Facebook, vemos emerger conceptos potentes y heurísticos como que «usar es publicar», como en vez de la proliferación de comentarios como en la era de los blogs, pasamos a las múltiples conversaciones en la era de los Medios Sociales, como en vez de RSS automáticos nos encontramos con yoes que distribuyen sentido.

El libro revisa múltiples cuestiones y mientras que mayoritariamente la plataforma se usa pero no se piensa, vemos en este trabajo las lecciones que Facebook nos dejó, que son de raíz epistemológica netamente macluhaniana. Facebook al igual que otros integrantes de la galaxia del médium digital tiene sus pepitas de oro, y una de ellas es que gracias a esta plataforma la conversación se escribe y se actúa.

Mientras que previamente podíamos hablar y escribir, ahora también podemos escribir hablando o podemos hablar escribiendo. Lo que era una excentricidad de las plataformas de chat o una exquisitez (por su carácter micronarrativo) en Twitter, se convierte en Facebook en un nuevo dispositivo comunicacional de gran aliento.

Hoy, mañana y siempre

El mundo digital es una moda eterna. No hay aplicación o plataforma que dure demasiado. A comienzos del año 2012 la moda ni siquiera es Facebook, sino que es Pinterest. Pero mañana podría ser la red Highlight u otras similares como Foursquare, donde es posible compartir nuestra ubicación en tiempo real con todo el mundo, y cualquiera puede acercársenos y saber todo lo que nos gusta y compartimos

Como bien dice Mariano Amartino si miramos la evolución de las redes sociales las vemos virando como servicio hacia la ubicuidad de los teléfonos móviles y la conectividad 3G en todo momento, lo que hace que se puedan compartir no ya «objetos», sino momentos.

Vamos hacia un mundo en el que las redes sociales están en la palma de nuestra mano, en el dispositivo que vemos apenas nos despertamos y el último que ponemos a cargar al momento de irnos a dormir. El teléfono móvil es la red social y las tendencias en ese sentido son cada día más claras: desde equipos pensados para interactuar sobre la base de las funciones de Facebook hasta redes sociales, como Path o Instagram, que sólo existen en versiones móviles.

Quizás por ello el futuro de Facebook estará asociado al hecho de que en el mundo de las tabletas, la PC pasará a ser una máquina de comunicar secundaria. Nada casualmente Facebook (algo que no fue previsto expresamente en este trabajo, pero que no podemos ignorar como tendencia) ya tiene el 50% de su tráfico en la versión móvil. Hace ya rato que en las redes sociales de sumar amigos pasamos a compartir experiencias, y ahora estamos empezando a diseñarlas.

Esta obra hecha en tiempo real mientras Facebook pasaba de tener 40.000 usuarios en Argentina a 17 millones, y de 100 millones en el mundo a 850 millones, es un intenso ejercicio en fenomenología del presente. Nos alegra haberla visto parir como tesis de Licenciatura, y que ahora también en tiempo interneteano acelerado, se haya convertido en un libro hecho y derecho, y azul -hermoso color además.

Felicitaciones ladies, ustedes sí que han recorrido un largo camino. Y por suerte esto recién empieza. Aprovechémoslo.

Rincón de Milberg, Tigre, Marzo de 2012

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7 comentarios

  1. […] menos efectivos, en gran medida porque terminan siendo obsoletos incluso antes de ser terminados. Alejandro Piscitelli, presentando el libro Facebook es el mensaje de Clara Ciuffoli y Guadalupe Lóp…, lo pone de esta manera: Si hace un tiempo decíamos que en la red un año son 7 del mundo real, […]

  2. Santos Kevorkian Santos Kevorkian

    Me molesta mucho los ojos leer, laburo todo el dia. Donde estan los grupos Latourianos, Sociologos tecnologos , etc, ya que estudio en la facultad que fue una maternidad y todo muy antiguo, menos la maquina de cafe que es una maravilla.
    Saluda atte
    SK

  3. Alejandro Tortolini Alejandro Tortolini

    Alejandro, una pequeña corrección en base a lo que dice Seymour Papert en «La familia conectada»: «A Alan Kay… le gusta decir que la gente usa la palabra «tecnología» solamente para lo que fue inventado después de su nacimiento. Por eso no debatimos si el piano corrompe la música con la tecnología.» (Emecé, 1997, pág. 49). Saludos.

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